miércoles, 10 de octubre de 2012

Piel, olor, tacto

Ciudad caliente, caos, gente vestida, muy vestida.

(Mostrame la panza, el pelo de la teta!

Dale animate)

Ciudad de amores pensados
De gente con muchas cunas, de distintos lugares.
De helados conocidos y desconocidos.
De "escapadas de fin de semana"      ¿De qué se escapa la gente?
Se escapa de todas ese cosas cansadas, cosas de gente de ciudad. Y si se cansan y necesitan escapar...hagan del micro centro una plaza!

Maracuyá y durazno es lo que le falta a esta ciudad.

(El sol pule, el agua limpia)

En una ciudad donde uno no se puede relajar, siempre haciendo cosas, siempre buscando lo exótico, hasta que nos damos cuenta de que lo único que buscamos es siempre lo mismo, en todas las cosas y en todos lados, siempre buscamos lo más primitivo y salvaje, según nosotros, lo más bajo, lo que hay que tapar: nuestra relación con la naturaleza.

(Por eso grito al aire una revolución, una vuelta a la naturaleza!)

jueves, 10 de mayo de 2012

El culto al rulo

Me desenredo el pelo, no constantemente pero si seguido. Esos rulos que parecen burlarse 
de mí cada vez que los miro. Fijo o de reojo, ahí están con toda su infame alegría, a veces me
desesperan. Es por eso que los desenredo, no es que no pueda ver tanta felicidad junta, no 
es eso. Los desenredo porque quiero ser como ellos. Desenredar esta vida problemática, monótona y triste. Los desenredo para aprender, para que me enseñen.




También están esos otros, los que no llegaron a ser rulos, pero que lo llevan en su interior, no 
sabría decir si en el cuerpo mismo del pelo o en la raíz capilar. Pasando la abertura del poro 
es otra cosa. Esos son los que abundan, extensas superficies llenas de este pelo. Y cuando 
no tengo pelo, mi piel no es mi piel.


Pelos, pelos, pelos, pelos. Escribiría la palabra hasta que en mi mente perdiera el sentido.


Pero los que más me gustan son los pelos de la pelvis ("de la concha" queda muy fuerte?) . 
Que placer desenredarlos. Porque estos son tan conocedores como los otros grandes rulos, 
pero me hablan diferente. Esos pelos que con espíritu rebelde asoman por los costados de la 
bombacha. Ahí, siempre altivos, como queriendo decir que hay algo más que aquellos
cuerpos pelados, que la realidad es otra. 


Los pelos saben.

domingo, 25 de marzo de 2012

Crónicas de un obsesivo

- Permiso. y abre su cajón. Cada cosa en su lugar: el termo en la misma posición de siempre, los demás objetos, cada uno con su bolsita especialmente cerrada, cada cierre de bolsa caracteriza al objeto que contiene.

No es lo mismo poner en una bolsa un paquete de yerba, que un paraguas...ah no, no!
No es lo mismo señores! Envolsar que colocar en una bolsa, no es lo mismo.

(Enbolsar. Embolsar. Poner en la bolsa. Colocar dentro de una bolsa. Guardar en una bolsa. Ponerle en una bolsa.)

Como si el objeto contenido fuera de extremo valor sus dedos pulcros y prolijos hacen maniobras para que todo quede en su perfecto lugar, milimétricamente pensado, no puede ser sino, tantas cosas en tan pequeño cajón.

Sigo mirandolo, habla del tiempo. Saca un paraguas. 
Claro, nunca se sabe si cuando uno se mete al subte y esta goteando, cuando salga en la otra punta de la ciudad después de media hora de viaje, va a estar lloviendo torrencialmente. No!! por alguna desgracia de la vida, uno no lo puede saber!

Agarra el paraguas con cuidado de no estropear tan insulso y breve objeto. Nada más que una fuerte llovida para tener que despedir de él, maldito sistema de productos sumamente finitos. No se dan cuenta que uno se encariña con las cosas. Uno vive situaciones con ellas., lo acompañan en su vida, o en momentos de ella. Y tras un breve lapso de vida, lo tiene que tirar sabiendo que esta persona seguirá viviendo, sin ese paraguas, con otros paraguas que a su vez morirán en el camino.

Terrible.

Volvamos a mi compañero. Luego de sacar el paraguas, piensa sin cerrar el cajón aún, si es útil llevar o no la funda, ya que al usar el paraguas, la funda queda sin efecto, tonta, inútil, inservible. 
Decide no llevarla y la deja en el cajón, pero en la misma posición en que el paraguas debería estar. Vuelve a poner más cosas lo cual le lleva demasiado tiempo, más teniendo en cuenta que estoy parada esperando que él termine con su dificultosa decisión para poder sentarme.
Las piernas me tiemblan, comí demasiado y la panza me tira. Me quiero sentar y este piensalotodo no se ha decidido todavía!.  Un resoplido quedaría fuera de los estándares socialmente adecuados, pero, y lo de él, es socialmente aceptado? al carajo con las normas, este señor me colma la paciencia.

Cierra el cajón, si señores cierra el cajón con las dos manos cosa de que ninguno de los extremos se desequilibre (hay que tener en cuenta de que se trata de un mobiliario viejo) y lo tenga que volver a abrir y cerrar. No queremos eso, no!
Le pasa llave y luego la gurda en su billetera, en un lugar exclusivo para ella. La muy afortunada. Quisiera yo tener un lugar solo para mí en la billetera de alguien. O mejor aún, aprender de él, y resguardar preciosamente la llave del cajón para que despues no me la olvide junto con las otras llaves de mi casa y quedarme un día afuera de mi guarida. 

Quién dijo que ser llave no era gratificante?

Estoy segura que en el trayesto desde su pecho hasta el bolsillo del pantalón, el señor ha pensado las diferentes opciones que le ofrece su vestuario, opción elegida seguramente como las más acertada para evitar el posible robo.
Se le nota en la cara que esta pensando, y además dejo de hablar por unos instantes.

A mi también se me pondrá la cara diferente cuando pienso? la demás gente lo notará?o parasará inadvertido?

Se despide, y me llama de una manera particular, que estoy segura que también lo ha estado pensando todo este tiempo que el cajón el ha robado.

domingo, 18 de marzo de 2012

Pastos

Se le veía, se le colaba entre los pelos, entre la piel algún que otro pasto, alguna gota de rocío.
Cuando me lo dijo yo ya lo sabía.
Lo sabía, lo había visto medio humano medio naturaleza.
Esa naturaleza que se le ve a la gente que ha nacido en medio de la naturaleza y luego por esos azares de la vida se fue a la ciudad.
Reino de lo caliente y lo gris.
Ellos extrañan, se resignan, recuerda.


Se reconocen entre sí.


Seres color piel y verde, verde naturaleza.
Cual yuyos explotando en primavera.
Vientos huracanados arrasan la llanura.
Pelos empapados de río, piel, salitre. 





                                                    Foto: Ana Mendieta

domingo, 11 de marzo de 2012

Otrosidades

Como me gustaría decirte el nombre de otro, 
así sin más vueltas,
cambiarte el nombre por ese otro que yo quiero,
aquel que tengo que retener para que no se me escape al primer impulso,
por ese otro que deseo.

Lentamente ir cambiándote el color de tus ojos 
hasta que sean pasto,
ir metamorfoseandote hasta hacerte ese otro 
el que yo quiero
ese otro que ya existe y que no tengo.

La gata esta aburrida






lunes, 5 de marzo de 2012

Meada


Hoy soñe que me meaba en escena,
Que al salir, al ver esas miradas expectantes…esperandome toda una vida,
Más de 20 años, espiando a ver que hacia, mi propia mirada, hoy me miraban de lleno con una certeza…
Y yo ahí sola parada desnuda me meaba
Sentía el hilo caliente entre mis piernas
Como se iba esparciendo por el piso, por el escenario de mi vida, la vergüenza fluia con ella
Miedo
Momento de libertad
Utilizo ese miedo, esa vergüenza
La pateo, la hago charco,
Salpico a los espectadores,
ahogo esas miradas,
juego, me divierto,
me acompañan.

Carmen


Ahora me ha agarrado por la nostalgia. Yo que dije que nunca iba a volver a esa gris y fría ciudad, pero tan caliente como el mesmo infierno. Y pensar que cuando los hijos de Carmen, la vecina de enfrente de toda la vida, le querían vender la casa y mudarla a un departamento mas pequeño, mas manejable y mucho mas seguro; ella se negó, argumentando que en aquella casa de piedra de la calle 62 habia vivido toda la vida, habia criado cuatro hijos y habia hecho el amor con su marido ya fallecido. Y eso que no era tan vieja, es mas todavía vive. Ayer escuche a una vecina del barrio de once que se le desmorono el edificio donde vivio toda su vida, por culpa de las vibraciones ocacionadas por dos construcciones aledañas. El dolor de su voz, esa nostalgia que se le escuchaba, y que el locutor trataba de hacer romper en llanto, pero por suerte sin éxito, gran valentia la de aquella mujer. Nostalgia que tiene como objeto una ciudad, una casa, una persona. Tengo nostalgia de ti, casa, ciudad, persona. Cuando una se cría en una casa desde niña y después esa casa la siguen habitando sus padres, o vos mismo, es un tema, es una alegría inmensa y un dolor muy agudo a la vez. Alegría de que cada vez que vas a visitar esa ciudad, esa casa te ves a vos mismo a todas tus edades, en todos tus días, las relaciones que tenias en aquellos tiempos, y las que tienes ahora. Tus padres, las muchas y variadas mascotas, ese patio lleno de fantasía y realidad. Nostalgia de saber que todo tiene fin, hasta tu propia vida, saber que en algún momento llegara el día en que la decisión habrá que tomarla. Nostalgia de mi niñez. Nostalgia de ese patio, de mis padres jóvenes. Nostalgia de mi ciudad.

Cielo


Caminaban bajo la luz de un cielo estrellado
Podia verlos de espaldas, desde arriba; iban hablando quien sabe que?...o tal vez sì, tal vez hablaban de mì,

Esas figuras tan conocidas

Me distre una voz gentil, amable,
No entiendo pero me señala el cielo y el universo ante mì…

Imagino.

Vuelvo a buscar esas figuras tan conocidas, pero ya no estàn.
Estas figuras tan conocidas, tan palpables, tan mías.

Busco imaginarmelos en el cielo pero no puedo, en su lugar saltan a mi encuentro formas locas, coloridas y saltimbanquis. No las quiero!

Escucho el latido de mi corazón, va como loco, mil tambores retumban en todo mi cuerpo.

No me los puedo imaginar!

Esas figuras tan conocidas.

Gritos al borde del estallido, ahogo en puerta…
Pero…una caricia, un abrazo gentil, tan bien conocido.

Jujuy


Me duele Jujuy, sus injusticias me dan fiebre

El machismo aún presente en la compra del voto mediante una caja de vino al hombre de la familia, quien a su vez indica a su grupo familiar a quien deben votar.

Me da fiebre la sumisión de las mujeres, el miedo de los abuelos ante figuras de poder; su imposibilidad de protestar.
Me fatiga Jujuy, sus 12 horas de caminata mas un colectivo para ir a estudiar.

Me asfixia su altura y las politicas sucias de los poderosos por sobre los débiles.

Ráfaga de aire fresco, una conversación, el peso de su cuerpecito encima mio durante largas horas de viaje y escasos asientos.

domingo, 12 de febrero de 2012

LA PLAYA


Subo la loma verde ya escuchando ese sonido tan envolvente y llenador, sonido que se rompe, muere y vuelve a nacer. Y de repente se abre la inmensidad para mí, una llanura azul y sin fin que me es tan conocida. Ese mar, que no era cualquier mar, ya que de la zona es el único que en esa parte de la playa se ha encaprichado con romper de manera estrepitosa y sorpresiva, altas olas se levantan a dos metros de la orilla donde uno, inocente y tranquilo, esta mirando la belleza del mar, el cual de repente te estrella contra la arena con una ola gigante nacida de la nada.¿ Pero como es que mas allá de esa ola es tan calmo? Y contra esa arena, que no es cualquier arena, no es esa finita que parece polvo, no! Esta es gruesa y áspera, que si se la mira de cerca parecen pequeñas piedras pulidas pacientemente por ese antiguo mar.
Alejándonos un poco de esas olas peligrosas, pero aun siendo alcanzados por una resaca de agua salada en los pies, uno empieza a sentir el calor de ese sol amarillento, amarillo como las puntas de los libros mojados, y dando gracias a ese dios creador por las intermitentes ráfagas de viento que azotan nuestro cuerpo, que no solo traen alivio al  agotado organismo sino que también vienen con algunos olores.
Aunque a veces imperceptibles, uno sabe que viene igual. Es ese olor a moribundo, olor a tiempo estancado, a mierda del desagüe que esta a varios kilómetros que nos recuerda nuestra mísera existencia.
Miro hacia atrás, a la arena seca y veo entre las grandes rocas blancas que contrastan con esas lomas verdes tan vivas, viejos humanos, perezosos tomando sol, pensando en la vida, sin moverse. Entre ellos, viejos lobos marinos que ya han perdido el miedo por que están muy cansados y saben que el enemigo también, me observo a mi mismo y no distingo mis manos de la arena. En el mar viejos patos que nadan apaciblemente en ese mar brillando sin ganas bajo ese antiguo sol.

lunes, 23 de enero de 2012

TEJUELO


Tras el vidrio lleno de carteles, mesas, una señora sentada leyendo con un café esperándole.
“La Biblioteca” se llama el bar. Lindo, pintoresco y calmo. Busco la entrada, pero en su lugar encuentro un pasillo, una entrada a un teatro. Camino, empujo la puerta y una escalera se desparrama ante mí.
Una escalera de madera vieja, sin lustrar, de esas escaleras difíciles de barrer, siempre sucias, pero con un encanto particular, y con un sonido seco, antiguo, tan carismático.
Saludo, pero se nota que el libro esta sumamente interesante como para darme atenciòn.
No hay música, no hay ruidos, solo mis pisadas y mi indecisión de cual mesa elegir. Mesa que sostendrá mis libros, papeles y pensamientos del día, bah que digo no solo los del dia, los de toda una vida y de esa vida paralela, la que se crea, la que se imagina una misma. Esos encuentros que desearía tener, cosas que me gustaría hacer o decir, pero que nunca encuentro el momento o las palabras justas.
Me siento pero nadie aparece, la señora sigue leyendo, miro los libros sobre las estanterías, libros usados, leídos, manchados, tal vez con azúcar en sus “comisuras”. Pero que delicia: están tejuelados; yo que había estudiado bibliotecología para trabajar en un lugar como ese, pero que ahora era todo tan distinto.
Me imagine trabajando allí, es mas me atendí a mi misma, parada anotando mi pedido, siempre pensé que si alguna vez trabajaba de camarera, tendría una libretita para anotar los pedidos. No es que no confíe en mi capacidad de retensión, sino que aquel anotador seria como un sello de calidad, alcanzar la máxima eficiencia era el punto.
Me interrumpe la verdadera moza, un poco sin poder disimular mi desilusión de no ser yo. Ella contrastaba con el lugar, poseía una energía expansiva que rompía con la serenidad del lugar. Demasiada juventud tal vez.
La puerta que suena, entra alguien, sus pasos y conversaciones me sacan de mi ensueño, mí pedido ya esta en la mesa.
Reunión de viejos amigos, nietos, sándwiches y uñas pintadas sobre la mesa de al lado.
Si ellas pudieran hablar.
La puerta sigue haciendo ruido, le sigue la escalera que da magia al lugar.
Había abierto mi libro, y leía sin sumergirme totalmente en él, había algo de afuera de la historia que me llamaba constantemente, me recordaba que estaba allí, pero que era?...la mesa, la puerta, la escalera?
Cuando desistí de mi lectura, mire a mi alrededor y me doy cuenta de que hay gente esperando por mesa…el lugar estaba lleno.
Yo que minutos atrás me preguntaba si funcionaria, hasta me lo había imaginado cerrado, quebrado. Pero mírenlo ahora, tan calladito que estaba, ahora cantaba.
Cantaba con todos sus rincones, los lomos de los libros parecían más vivos, las mesas bailaban y la gente disfrutaba.
Pedí la cuenta y sonreí.